Las comunidades energéticas operan bajo principios de cooperación y autosuficiencia. Los miembros invierten en infraestructuras de energía renovable, como paneles solares o aerogeneradores, y comparten la energía producida. La gestión de la energía se realiza de manera colectiva, optimizando tanto el uso como el almacenamiento de la energía generada. Además, muchas comunidades están integradas en redes inteligentes que permiten un intercambio eficiente de energía entre los miembros y el sistema eléctrico nacional.
Existen varios modelos operativos de comunidades energéticas. Por un lado, está el autoconsumo compartido, donde los miembros generan energía para su uso y el excedente se distribuye entre la comunidad. Por otro lado, la producción comunitaria permite que la energía generada se venda a la red, reinvirtiendo los ingresos en la comunidad. Algunos proyectos combinan estos modelos, permitiendo un equilibrio entre consumo propio y venta de energía.